Aparecí caminando en la jungla en una noche calurosa. La jungla estaba llena de vegetación, yo caminaba abriéndome paso con mis manos con ayuda de un palo, pues no había un sendero por el cual ir, no sabía dónde ir, buscaba un claro qué me indique un posible camino, pero no lo encontré.
Mientras caminaba abriéndome paso de la mejor manera posible, escuchaba los ruidos propios de la jungla: El cantar de muchas aves, rugidos, sonidos de animales caminando, vi luces de ojos por doquier; entonces sentí temor de ser atacado por alguno de ellos, distinguía la forma de las plantas de todos los tamaños, desde los grandes árboles hasta las pequeñas plantas que hacían de la jungla un verdadero laberinto de naturaleza. Entonces escuché el ruido de un poderoso río. “Iré para allá” –Pensé. Pues siempre donde hay un río, en algún punto será posible hallar poblaciones humanas, aunque también me atemorizaba la posibilidad de encontrarme con alguna tribu nativa salvaje que no fuera amable conmigo, pensé en todas esas películas de caníbales. Estaba temeroso pero admirado por la frondosidad y variedad de la jungla, pero también curioso por saber para qué había sido llevado a aquel lugar, pues era consciente de que estaba allí transportado por el poder del Ayahuasca con algún propósito.
Debido al temor que sentí a que algún animal me ataque o una serpiente o reptil me muerda y envenene, subí a una roca y me senté allí, esperando el amanecer. No sabía qué hora era, pero por la luz de la luna calculo que sería cerca de media noche.
Mientras esperaba atento a cualquier peligro, escuché unos ruidos que se acercaban entre las plantas. Pude distinguir que se trataba de un gran felino, un puma o pantera de color negro. Felizmente no llegó hasta donde yo estaba, sino que pasó dando ágiles saltos en medio de la vegetación. Quedó muy claro para mí que el puma dominaba totalmente su ambiente, se desplazaba en la jungla sin dificultad alguna y avanzaba rápido. Por un momento dejé de verlo, pero luego de unos minutos lo vi subiendo a saltos a la cima de una roca. Se paró allí un momento y volteó su formidable cuerpo para mirarme. Se quedó mirándome varios segundos, casi un minuto diría yo. De sus ojos emanaba una potente luz verde que llegó hasta mí y penetró a mi sistema a través de mis ojos, me sentí poseído de esa energía luminosa. Luego, dando un gran salto, bajó de la roca y se fue perdiéndose en la espesura de la jungla.
Casi inmediatamente después me sentí diferente. Aunque seguía sentado me sentí ágil y con la capacidad de moverme en la jungla con facilidad, ahora podía ver la vegetación y a los animales de una manera clara y directa. Entonces un pensamiento claro vino a mi mente: “Debo volver a la Malloca. Debo volver a la Malloca”. Pues, era consciente que había sido transportado a esa jungla por la fuerza mística del Ayahuasca.
Me sentí completamente ágil y competente para volver a la Malloca, así que me incorporé y bajé de la roca con gran agilidad y facilidad, haciendo movimientos armónicos, avancé por la jungla con gran facilidad. Mientras avanzaba ágilmente, de pronto perdí la consciencia de encontrarme en la jungla y me sentí nuevamente en la Malloca. Por un momento recobré la consciencia, pero inmediatamente después sentí que quien había regresado a la Malloca no era yo, en sentido estricto, estaba transformado en un puma, pero a la misma vez tenía la consciencia de ser yo.
Estando ya en la matra de la Malloca (En realidad mi cuerpo no dejó el lugar en ningún momento) Sentí una rigidez muscular fuerte en todos los músculos de mi cuerpo y un cambio en mi mente. De pronto tuve que estirar mis miembros y mover todos mis músculos. Mis ojos me mostraron el ambiente de la Malloca, pero mucho más claro, podía ver hasta los más mínimos detalles, era como si de mis ojos saliera luz y energía, justamente la que me dio el Puma. Permanecí largos minutos armonizando mi cuerpo con el del puma, sentí que me transformaba en puma. Entonces comprendí que ese viaje a la jungla estaba destinado a facilitarme un encuentro con el espíritu del puma y que el propósito era darme su agilidad y sus fabulosas cualidades sensoriales, instintivas y motoras.
Sentí que era un ágil y hábil puma, entonces comprendí su mundo, su inteligencia y su manera de funcionar, diferente a la del ser humano. El hombre es un ser cognitivo, el puma tiene un cognitivismo diferente y habilidades superiores, el humano está adaptado para vivir en la ciudad, el puma a vivir en la jungla.
Pasaron varios minutos y tuve el deseo inevitable de vomitar, entonces vomité potentemente en el balde colocado a mi lado para tal fin, con este vómito me deshice de la negatividad y el sufrimiento que tenía acumulados en mi ser. Luego bañado en sudor me puse a temblar y a volver poco a poco a mi estado consciente. Pronto vi al chamán acercarse y mirándome fijamente me sopló con sus esencias mágicas. Pocos segundos después sentí que las esencias me ayudaron a armonizarme y entrar en tranquilidad. Sentí el intenso deseo de dormir y me recosté en la camilla armada en el suelo. Minutos después el Doctor Santiago se acercó a mí junto a la enfermera y me dijeron:
- Dr. David ha tenido una experiencia muy física, se movió y su cuerpo hizo muchas contorsiones.
- Sí Doctor, he tenido una experiencia maravillosa, mañana se las relataré.
- ¿Está en condiciones de que lo llevemos a su dormitorio a dormir?
- Sí… creo que sí, por favor llévenme a mi dormitorio, sólo deseo dormir.
Me sentía débil y conmovido por la experiencia, no podía incorporarme con facilidad, mi cuerpo se sentía frágil y si no hubiera sido por la ayuda del Doctor y la enfermera me habría desplomado.
Mientras me ayudaban a llegar a mi habitación yo sentía que algo poderoso sucedía en mí, sentí que la naturaleza del puma, de alguna manera quedó impregnada en mi ser. Entonces comprendí que el propósito de mi experiencia fue dotarme de la energía y el espíritu del felino. Agradecí mentalmente a Dios y a la Madre Ayahuasca por tan poderosa experiencia.
Llegamos a mi habitación y luego de acomodame, quedé completamente dormido.
Escrito en Pisaq. 2018.