Literatura y arte

desde el centro

del Mundo.

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Cuentos Mundanos

El Guardian de la calle Procuradores.

Esa noche estaba de muy mal ánimo, deseaba salir a donde sea. Sin pensarlo dos veces decidí ir a dar una vuelta a la calle Procuradores, esperaba ver a los infaltables personajes que forman la variada vecindad de esa calle: el “Vampiro Gastón” en alguna de esas fiestas…“Chavalillo” el español aquel que un día vino a Cusco y nunca más volvió a su patria; los traficantes de drogas, fingiendo ser vendedores de aretes o turistas de paso, y muchos más, divertidos, demoníacos y locos personajes que le dan vida a la calle.

Me fui olvidando al mundo, dispuesto a bailar, beber unas cervezas, conversar con los vampiros nocturnos y disfrutar de las delicias infernales que ofrece la calle Procuradores. A decir verdad, no tenía con quien salir, tampoco lo necesitaba. La calle Procuradores está llena de amigos de ocasión, quienes, a decir verdad, muchas veces resultan mejores que los amigos de siempre.

La idea de irme solo fue magnífica, pasé una noche increíble. Más o menos a las tres de la madrugada salí de la discoteca “Keros”, luego de haber disfrutado de una amena conversación con extraños turistas irlandeses y haber bailado desenfrenadamente con una argentina de nombre “Fabiana”. Iba a tomar un taxi para volver a casa, pero entonces me picó la tentación y pensé: “¿Y si me tomo una cervecita más, en el bar de la esquina?” La respuesta fue inmediata. “Claro, vamos hombre, una más y luego me voy” Pensé. Me di la vuelta y compré un cigarrillo a uno de los chicos vendedores y me encaminé a hacia el bar.

Estaba a punto de llegar, cuando de pronto sentí que alguien se acercaba corriendo por las gradas de la calle aledaña. Me detuve, entonces lo vi, era nada menos que mi gran amigo, el “Loco Matos”, tan cargado de locura que me atemorizó. Al verme me saludó sonoramente:

-¡Hola Félix, cómo has estado hombre! Vamos a tomar una cerveza en mi bar, debes saber que ahora soy dueño del bar de la esquina, lo alquilé hace un mes. Ahora voy a vivir en Procuradores y administrar mi propio bar.

Mientras hablaba lo observaba, era por supuesto el mismo Loco Matos de toda la vida, pero se había fortalecido, sus cabellos estaban grandes y trinchudos, su cara estaba demasiado expresiva, sus palabras al salir de su boca parecían sonar con un extraño efecto y sus ojos parecían despedir fuego. El Loco Matos estaba convertido en un verdadero vampiro nocturno. Me tomó por el hombro y me llevó a su bar. Tomamos una cerveza, mientras conversábamos de todo, me di cuenta que la decoración del bar era demoníaca, llena de máscaras, cuadros, estatuas y ambiente recargado.

-¿De verdad vas a vivir en Procuradores? -Le pregunté.
-Claro viejo, claro. ¿Qué crees, que voy a desperdiciar la oportunidad que me da la vida de tener mi bar? No sólo me voy a quedar a vivir en Procuradores, sino que yo voy a cuidar la calle. Ven cuando quieras.

Regresé a casa impresionado por el encuentro. Dormí plácidamente. Sin embargo, por alguna razón, la impresión que me dejó el Loco Matos, me estuvo dando vueltas por la cabeza durante días.

***

Durante los últimos años, el Loco Matos se involucró cada vez más en la vida de la Calle Procuradores, por su propia voluntad o por los designios del destino, lo vi ingresar poco a poco, arrastrado a aquel mundo. Lo conocí en la universidad tratando de ser un estudiante competente, pero poco a poco se fue introduciendo en el mundo de la noche. Al principio vivía con su abuela en la Calle Trinitarias, luego vivía a medio tiempo entre la casa de su abuela y cualquier morada de locos que lo pudiera albergar: discotecas, casas de amigos de mal vivir, habitaciones de hoteles, residencias de gringas, prostíbulos. Finalmente, eligió como lugar de residencia favorito, la Calle Procuradores. Cada vez pasaba más tiempo allí. Vivió muchas temporadas en una habitación del hospedaje Bolívar, otras temporadas en habitaciones alquiladas en el interior de alguna de las casas. Finalmente, se volvió parte del vecindario.

Trabajaba en las pizzerías, en las agencias de turismo, o simplemente se dedicaba a colocar personas en las discotecas. Muchas noches lo vi vendiendo drogas junto a supuestos turistas, otras veces deambulaba borracho conversando con los ocasionales parroquianos. Los años siguientes, cuando me encontraba solo y deseaba salir a conversar con los vampiros, simplemente tomaba un taxi y ubicaba al Loco Matos en algún punto de la libertina calle. Me servía de guía y compañía en el loco y peligroso mundo nocturno de la calle. Esa noche cuando me contó que tendría su bar propio, comprendí que había logrado su objetivo.

***

Algunas semanas después, una de esas noches de domingo, me metí a la cama con una gran pizza, para disfrutarla viendo las noticias políticas. Prendí el televisor y sintonicé el canal local. Un conocido periodista estaba entrevistando al Alcalde de Cusco, éste estaba haciendo declaraciones relacionadas con la erradicación de los centros de perdición de la ciudad.

-En mi gestión -afirmaba animadamente-, todos los lugares de perdición van a desaparecer. Cusco se va a convertir en una ciudad ejemplar en el tema de la seguridad y las buenas costumbres. Voy a sanear la ciudad, lo prometo.

-¿Y qué piensa hacer con la Calle Procuradores? -Le preguntó el periodista.

-Ah… esa calle de perdición, la vamos a limpiar totalmente, la convertiremos en un boulevard para los artistas, la limpiaremos completamente de discotecas, centros nocturnos y toda esa gente de mal vivir que malogra la imagen de la calle.

En ese momento solté una carcajada y le grité al televisor a falta de un interlocutor real: “¡No seas idiota Alcalde! ¿Acaso no sabes la calle ya tiene un nuevo y joven demonio guardián?”

La calle Procuradores no es en vano, el paraíso de los espíritus exagerados. Es una calle llena de energía y por ello la gente se entrega al desenfreno, por eso hay tantas discotecas, centros nocturnos y bares. Debido a esta abundancia de actividad hay tanto loco suelto. Tiene una vida propia, un Alcalde no iba a cambiar tal situación.

El loco Matos se había convertido en el nuevo demonio Guardián de la calle. El anterior se puso demasiado viejo, alcohólico, drogadicto y loco para seguir encarnando el rol. La energía de la calle lo consumió, lo quemó. Ahora no es más que un recuerdo, un viejo vampiro que vive al amparo y protección de la gente de la calle. El Loco Matos, con toda su energía, vitalidad y deseo irrefrenable de vivir sumergido en la noche, reunía todas las cualidades para asumir el cargo.

La entrevista continuó y el Alcalde se explayó en explicaciones, inclusive llegó a mostrar una maqueta para la renovación total de la calle. No me quedó otro remedio que revolcarme de risa, pues sabía que sus proyectos no funcionarían.

***

Varias semanas después, habiendo dejado de pensar en el tema y después de muchas lunas, una de esas mañanas en que realicé interminables trámites burocráticos, decidí tomar un desayuno en la Calle Procuradores. No hay mejor manera de limpiar la mente que darse una vuelta por la famosa calle y tomar un desayuno, observando cómo, con el pasar de las horas, los vampiros salen de sus hostales a caminar, desperezarse, conversar entre ellos, tomar su desayuno y acumular energía para la nueva jornada. Aquella mañana la calle mostraba un inusual movimiento, más locos de la cuenta estaban tomando sol y vendiendo todo tipo de souvenirs. El “Gato con Botas” daba vueltas, nervioso subía y bajaba por la calle. “Chavalillo” tomaba una gaseosa en la tienda de la esquina, y así, cada loco ocupaba un lugar, todos parecían haberse congregado por alguna razón, parecían estar a la expectativa.

Pronto supe la razón de tanta tensión. Unos ingenieros de la municipalidad estaban midiendo la calle, tomando fotografías y conversando acerca de los planes para su renovación total. Los vecinos estaban nerviosos. Me pregunté: “¿Y el Loco Matos, qué opinará?” Terminé mi desayuno y salí, me acerqué a uno de los ingenieros y le pregunté:

-¿Por qué tanto movimiento ingeniero?

-Amigo, ha llegado la hora de sanear esta calle, la vamos a renovar, todos estos mal vivientes saldrán. El Señor Alcalde así lo ha decidido.

Apresurado me fui al local del Loco Matos, pero lo hallé cerrado. Estaba a punto de retirarme cuando apareció con un conjunto de turistas. Estaba vestido con pantalón negro y un ponchito rojo, collares de huairuros y olor al perfume exótico propio de la calle, el “Pachulí”. Tenía la cara de loco y la misma mirada alterada con la que me miró la última vez. Al verme se acercó a saludarme con un fuerte palmazo en la espalda.

-¿Qué te trae por aquí Félix? Hace semanas que no te apareces.
-Sí pues… el trabajo, tu sabes -le contesté- ¿Sabías que van a remodelar la calle y botar a todos los locos?

Sorprendido se sentó en una de las veredas y llamó a los amigos, juntos hicimos un semicírculo, nos miró con enojo y luego exclamó molesto, levantando las manos en señal de protesta:

-¡Dicen que van a cambiar la calle y que la van a remodelar! ¿Lo harán? ¡Claro que no!

Se paró y dando saltos se acercó a la cuadrilla de ingenieros y trabajadores. Tomó a uno de ellos por el cuello y lo empujó al suelo, dio patadas al equipo de medición y los expulsó a gritos.

-¡No vuelvan por aquí gusanos, esta calle es mía!

Regresó notablemente alterado, se sentó en la vereda y se puso a murmurar lisuras. Dos de los ingenieros volvieron acompañados por tres policías, se acercaron y nos advirtieron:

-¡Limpiaremos la calle, quieran o no! La siguiente vez vendremos con la fuerza pública. -Y haciendo señales amenazadoras con las manos, se fueron.

El Loco Matos nos miró a todos, nosotros lo miramos, y luego de unos instantes de tenso silencio, rompimos al unísono en una sonora y desafiante carcajada. ¡jajajajaja!

FIN.
Escrito en Cusco. 2003. - Autor: David Concha Romaña


Diego Segura Carmona. "El Emperador"

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